Cambiando la mirada sobre los jóvenes: el síndrome del espejo retrovisor Muchos padres y educadores sufren de lo que podríamos llamar el "síndrome del espejo retrovisor": una tendencia a idealizar el pasado y lamentar la pérdida de oportunidades educativas de generaciones anteriores. Esto impide ver las grandes posibilidades que los jóvenes de hoy tienen para ofrecer.

Es esencial superar esta “presbicia pedagógica” y dejar de mirar siempre hacia atrás. Como afirmó Cesare Marchi: si seguimos idealizando el pasado, terminaríamos concluyendo que la época más feliz de la humanidad fue la de las cavernas.

Para avanzar, debemos cambiar nuestra percepción de los jóvenes actuales. Hay que desechar etiquetas negativas como "adolescentes sin valores", "agresivos" o "irracionales". Estas palabras bloquean cualquier intento de comprensión. Como dice un proverbio chino: "Creer en las flores las hace florecer".

Está comprobado que los educadores que confían en sus alumnos y esperan lo mejor de ellos obtienen mejores resultados que aquellos pesimistas o desconfiados. 

Una historia real

La profesora Marcia fue asignada a la clase de los suburbios a mitad de curso. Lo único que le había dicho el director era que el docente anterior se había marchado repentinamente, y que era el curso de los alumnos «especiales». Entró aturdida; escupitajos volando por el aire, pies sobre los pupitres, un ruido ensordecedor. Se paseó hasta su asiento en la parte delantera de la clase y abrió el registro de estudiantes. Junto a cada nombre había números del 140 al 160. Oh, pensó, no me extraña que estén tan animados. Estos chicos tienen un coeficiente intelectual excepcional. Sonrió y les hizo pasar en orden.

Les hablaba constantemente de su capacidad innata y de la responsabilidad que esto conllevaba. Al principio, los estudiantes mostraron resistencia, pero poco a poco comenzaron a responder positivamente. Mejoraron en creatividad, precisión y esfuerzo.

Más tarde, el director llamó a Marcia a su despacho. «¿Qué les has hecho a esos chicos?», le preguntó. «Su trabajo superaba al de todas las clases normales». «Bueno, ¿qué esperabas? Son superdotados, ¿no?». «¿Dotados? Son alumnos con necesidades especiales: reprobados y con problemas de conducta». «Entonces, ¿por qué tienen un CI tan al o en el registro?». «Esos no son sus coeficientes intelectuales. Son los números de sus casilleros».

El valor de la juventud

El director Salvatore Accardo destaca la disciplina y concentración de adolescentes de entre 12 y 16 años al interpretar piezas complejas como sinfonías de Mozar y Beethoven. Según él, la capacidad de aprendizaje de los jóvenes no tiene límites.

Asimismo, el profesor Enrico Medi comparaba a los jóvenes con una obra en construcción: generan ruido y polvo, pero, al finalizar, revelan una estructura sólida y hermosa.

Por su parte, el profesor Armando Matteo resalta al menos seis grandes valores de la juventud actual:

- Gran aprecio por la amistad.

- Cultivo de la belleza.

- Amor por la música.

- Sensibilidad ecológica.

- Creencia en un Dios cercano y celebrativo.

- Fuer e sentido de la justicia.

A esto podemos sumar su habilidad multitarea, que les permite realizar varias actividades simultáneamente.

Reconocer estos valores nos anima a confiar en los jóvenes y apoyarlos. Son portadores de esperanza y mantienen al mundo a la "temperatura adecuada". Sin ellos, la sociedad sería fría.

"En lugar de mirar hacia atrás, es momento de educar como Don Bosco: con fe en las posibilidades y potencial de cada joven, porque creer en ellos los impulsa a florecer".

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