Escuchar y ver con el corazón. “¡Sé bueno!” era una frase habitual de los padres, madres y abuelos y abuelas, hoy fuera de moda. Pero ¿cuáles son las cualidades indispensables para “ser buenos “?

 

Una historia de los indios de América cuenta que, durante un año de mucha hambre, una abuela conversaba con su nieto. La abuela, pensativa, dice: “Dos lobos están luchando en mi corazón: uno es rabia, odio y violencia; el otro es amor, compasión y perdón”. - “¿Y cuál vencerá, abuela?”. -”Aquel a quien yo dé de comer”. 

La sociedad en que vivimos alimenta el lobo de la agresividad y de la prepotencia. Quien pronuncia la palabra “bondad” suscita risitas de compasión. La gentileza se ha convertido en sinónimo de debilidad. En realidad, la gentileza es la virtud más fuerte que existe: una elección de vida, que podemos decidir por nosotros mismos y enseñar a nuestros hijos e hijas. La gentiliza es una constelación de actitudes que debemos aprender a “alimentar”, con acciones cotidianas muy concretas.

 

La empatía

Es escuchar y ver con el corazón, dejar resonar adentro el sufrimiento y el gozo de los otros, ponerse en lugar del prójimo. Desemboca en la compasión, cualidad espiritual bellísima, que hace salir del infierno del egoísmo, porque incluye a todos, también a los menos capaces, los menos simpáticos y los menos inteligentes: porque se abre a los otros; y, finalmente, porque despierta nuestro corazón. Jesús comprendía la lepra del leproso, la noche del ciego, la feroz infelicidad del que vive para el placer, la extraña pobreza de los ricos.

La humildad

Otro nombre de la autoestima. No significa sentirse un gusano despreciable, sino poseer el justo respeto por sí mismo: conocer las propias fuerzas y los propios límites. Quien los conoce es capaz de recomenzar siempre desde el principio. Quien es humilde se prepara más, trabaja mejor, aprende más, porque los soberbios piensan que ya saben todo. No es competitivo, deja espacio a los otros, sabe colaborar. No ansía prevalecer y no se siente programado para triunfar. Siente que necesita de los otros y descubre las alegrías que salpican una jornada, aunque sean pequeñas. Solo quien es humilde puede ser gentil, porque llega a gozar de la presencia de los otros.

 

La paciencia

En tiempo de velocidad y de impaciencia, significa tolerancia de los defectos, de las lentitudes y limitaciones de los otros. Es la capacidad de tener la mente abierta para percibir tantas pequeñas cosas que a veces no vemos por ir demasiado rápido: la preocupación de un hijo, el excesivo cansancio de una madre, un sueño, una inquietud, una inseguridad, una pregunta, etc. Los pacientes viven cada paso de su camino soportando el trabajo, el esfuerzo, y las eventuales frustraciones.

 

El respeto

El nombre deriva de una palabra latina que significa “ver”. Es la cualidad que cura la herida que los niños experimentan cuando no se los ve como son – llenos de potencialidad maravillosa, de amor, inteligencia, creatividad - sino como seres caprichosos o artículos a exhibir o posesiones de las que vanagloriarse. Significa dar lo más precioso que poseemos: nuestra atención. Ver sin prejuicios, escuchar verdaderamente. El respeto es la condición necesaria para la resolución de los conflictos.

 

La generosidad

Significa valorar menos lo que se posee, y más a las personas. Es el placer de dar sin pensar en la compensación, la disponibilidad a compartir recursos, emociones, uno mismo. Enseñar a los hijos que existe una generosidad que es también un “deber humano”: ponerse a disposición de los otros.

 

Dar lo más precioso que poseemos: la atención. La lealtad

Mercadería rara hoy. Significa fidelidad, honestidad, sinceridad y afabilidad. Ingrediente indispensable de cada amistad, de cada relación humana. “Puedes contar conmigo. Cualquier cosa que te suceda, no te abandonaré “. La lealtad de un amigo nos da fuerza y esperanza. Hoy, la estabilidad en las relaciones ya no es estimada, aunque muchas investigaciones demuestran la importancia de la amistad para el rendimiento escolar de los niños y su importancia para el bienestar y la salud.

El Manifiesto de la Gentileza

• Creemos que en un mundo que tiende a la deshumanización, necesitamos más que nunca gentileza hacia nosotros mismos, los otros, el planeta.

• Creemos que ser gentiles significa respetar todo aquello que nos circunda: personas, animales, ambiente.

• Estamos convencidos de que la era de la agresividad y del “cada uno para sí” pasó de moda.

• Creemos que hay que afrontar la vida con más dulzura, más comprensión, más atención.

• Creemos que ser gentiles significa participar en un proceso de mejora de la existencia de todos.

• Creemos que la gentileza es una fuerza interior y una forma mayor de inteligencia.

• Creemos que la gentileza es contagiosa.

• Estamos convencidos de que la gentileza se concretiza en pequeñas acciones.

• Creemos que muchos pequeños actos de gentileza cambiarán el mundo.

 

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