Este Sueño debería servir de inspiración para todos los miembros de la Familia Salesiana El Sueño que Don Bosco tuvo a los 9 años no fue un simple episodio en su vida, sino una respuesta vocacional, una elección, un camino, y un programa de vida que se fue desarrollando con el tiempo.

Este Sueño debería servir de inspiración para todos los miembros de la Familia Salesiana. Nos llama a ser personas que, por vocación y elección, se sienten incómodas en la comodidad y que experimentan en su propia piel las luchas, el agotamiento y los desafíos que enfrentan muchas familias y jóvenes que buscan sobrevivir o vivir con dignidad. No debemos ser meros espectadores de las dificultades y angustias de nuestros jóvenes.

Don Bosco, a lo largo de su vida, nos enseñó que solo las relaciones auténticas tienen el poder de transformar y salvar. Debemos esforzarnos para que todos los ambientes salesianos en cualquier parte del mundo sean un verdadero entorno educativo basado en relaciones respetuosas, que promueva un crecimiento saludable.

Las relaciones auténticas son el fundamento de nuestro carisma. Un auténtico educador tiene la capacidad de descubrir con inteligencia y paciencia lo que cada joven lleva en su interior. Actuará como un educador comprometido, brindando comprensión y afecto para ganarse el cariño de sus alumnos.

Nuestra pasión educativa debe reflejar la pasión de Don Bosco. En todas las comunidades de la Familia Salesiana en el mundo, los niños y adolescentes deben sentir que no solo se encuentran con profesionales capacitados, sino con auténticos educadores que son también hermanos, amigos, padres o madres.

Es un deber ayudar a cada joven a descubrir lo que Dios espera de ellos, a tener ideales que les inspiren a alcanzar sus metas, dar lo mejor de sí mismos y vivir la vida como un acto de entrega y servicio.

Dios tiene un sueño para cada uno de nosotros y para cada uno de nuestros jóvenes, un plan diseñado a medida. La clave para la felicidad tan deseada es descubrir la convergencia y el encuentro entre nuestros sueños y los de Dios. Debemos creer que Él tiene grandes planes para cada uno de nosotros.

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