En la Parroquia Salesiana, una figura esencial siempre se encuentra junto al al.ar, brindando su devota asistencia al sacerdote durante la celebración de la eucaristía. Compartimos el testimonio de Jorge Luis Rodríguez Pérez, sacristán desde hace 30 años de Basílica Don Bosco en Panamá.

Me enorgullece haber dedicado mi vida al servicio en la Basílica Menor Don Bosco. Inicié mi trayectoria como "segundo sacristán" y luego asumí plenamente este rol. Mis responsabilidades incluyen abrir el templo, preparar las celebraciones litúrgicas, recibir a los fieles, colaborar con el sacerdote para la eucaristía, mantener el templo y los ornamentos litúrgicos en condiciones óptimas, y velar por la seguridad del recinto.

Cada día laboral empieza a las 6:00 de la mañana, abriendo la iglesia y dando la bienvenida a los fieles que acuden a la oración matutina. Durante el día, preparo los ornamentos litúrgicos y estoy alerta ante cualquier eventualidad. Mantener una vida de oración y una actitud positiva son pilares en mi día a día. Además de mis tareas como sacristán, colaboro activamente en diversas actividades comunitarias. Mi compromiso se basa en la responsabilidad y la proactividad, siempre guiado por el amor a Jesús.

Entre las cualidades esenciales para mi labor están dar ejemplo de vida cristiana, estar siempre disponible para atender las necesidades del templo, los sacerdotes y los fieles, y mantener una actitud de responsabilidad y empatía.

Mi conexión con la Basílica comenzó con un profundo encuentro espiritual. Al arrodillarme frente al altar, expresé mi deseo de trabajar allí, y pronto fui invitado a unirme a la comunidad como sacristán. Este camino ha sido un designio divino y estoy agradecido por la oportunidad de servir a Dios y a mi comunidad.

Con 52 años de edad y 30 años de servicio como sacristán en la Basílica Menor Don Bosco, me siento comprometido a seguir sirviendo mientras los salesianos lo deseen y Dios lo permita. Mi labor ha sido una experiencia de amor y gratitud hacia Dios, quien ha escuchado mis deseos y me ha brindado la gracia de servir en su templo. Escuchar y brindar apoyo a quienes llegan con problemas es una vía para ayudar al prójimo y evangelizarlo.

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