"Me pregunté si debía seguir con lo que todos esperaban de mí… o escuchar esa inquietud que no me dejaba en paz.” Así comienza el testimonio de Walter, un joven de 19 años, activo en su grupo juvenil en la iglesia. Egresado de un bachillerato técnico en electromecánica, todos —su familia, sus profesores y sus amigos— esperaban que continuara con una carrera en ingeniería.
Pero algo dentro de él se movía: una pregunta, pequeña pero insistente, que lo invitaba a mirar más profundo. “Durante un campamento juvenil, al ver a los niños jugar y cómo confiaban en mí, sentí algo especial. Me pregunté: ¿y si mi vocación está en las canchas? ¿Y si Dios me llama a ser formador a través del deporte? No solo a enseñar a competir, sino a jugar y vivir con valores.”
Esa pregunta no desapareció. Lo llevó a buscar acompañamiento, a orar con más frecuencia y a dialogar con un salesiano del colegio del que recién se había graduado. Al final, Walter tomó una decisión valiente: comenzó a formarse como docente de educación física en la universidad. En ese camino de búsqueda y reflexión, vivió un proceso de discernimiento que lo ayudó a descubrir su verdadera vocación.
Importante discernir
El discernimiento vocacional es un proceso personal, espiritual y comunitario que ayuda a descubrir cuál es el camino de vida al que Dios llama a cada persona. No se trata simplemente de elegir una profesión, sino de responder a un llamado profundo que da sentido, plenitud y misión a la vida.
El papa Francisco lo explicó con claridad en la Exhortación Apostólica Christus Vivit: “Tu vocación no consiste solo en los trabajos que tengas que hacer... Es, en definitiva, reconocer para qué estoy hecho, para qué paso por esta tierra, cuál es el proyecto del Señor para mi vida” (n. 257).
En palabras simples, discernir es dejar que Dios te hable al corazón, te muestre tus talentos y te anime a responder con libertad. En el mundo salesiano, este camino se vive con alegría, acompañamiento y fe. Don Bosco creía que cada joven lleva dentro una semilla de santidad, y que nuestra misión —como educadores y comunidad— es ayudarle a descubrirla y hacerla florecer.
Un camino libre, no forzado
Cuando se habla de descubrir tu vocación, muchos jóvenes sienten miedo: ¿y si no puedo con eso?, ¿y si no es lo que quiero? Pero se debe tener en cuenta que un discernimiento auténtico no presiona ni obliga. Propone, escucha y respeta. Como lo expresan los mismos jóvenes en el Documento Final del Sínodo Salesiano de los Jóvenes 2024: “Soñamos con encontrar y vivir el sueño y el camino que Dios ha preparado para cada uno de nosotros: nuestra vocación. Para lograrlo, necesitamos comprender el sentido de la vida y la voluntad de Dios para nosotros aquí y ahora… en un diálogo que respete siempre nuestra libertad personal.”
Así, el camino vocacional no es una carga, sino una experiencia real, humana y espiritual. Es un proceso donde las dudas también tienen valor, donde necesitamos acompañantes de verdad y una Iglesia que camine con los jóvenes de forma cercana, alegre y coherente.
Así lo vivió Walter. Hoy, con 23 años, está por graduarse de licenciado en Ciencias de la Educación, con especialidad en Educación Física, Deportes y Recreación, y ya imparte clases en un colegio salesiano. “Me cambió la vida. Ahora sé que enseñar deporte también es una forma de servir, de amar, de vivir mi vocación”, afirma con orgullo.
Al final, discernir es descubrir que tu vida tiene sentido, que no estás aquí por casualidad. Como soñó Don Bosco, hoy también los jóvenes pueden encontrar su camino y convertir su vida en un regalo para los demás.
“Discernir es dejar que Dios te hable al corazón, te muestre tus talentos y te anime a responder con libertad”.