Morir no es el final Hablar de la muerte no es fácil. Muchos prefieren evitar el tema, como si el silencio pudiera alejar el dolor o postergar lo inevitable. Sin embargo, la fe cristiana nos ofrece una mirada distinta: la muerte no es el final, sino el inicio de una vida nueva, plena y eterna…el ser felices, que es la vocación de todo ser humano.

Creo en la vida eterna, así lo profesa la fe cristiana. Precisamente en este año 2025, año jubilar, año de la esperanza, en la carta de convocatoria el papa Francisco nos recordaba que, en virtud de la esperanza, mirando el tiempo que pasa, tenemos la certeza de que la historia de la humanidad y la de cada uno de nosotros no se dirige a un punto ciego o un abismo oscuro, sino que se orientan al encuentro definitivo con el Señor.

Don Bosco lo entendió muy bien. Por eso enseñó a sus jóvenes a vivir con sentido, de tal manera que la muerte no los sorprendiera desprevenidos. Les hablaba de la “Buena Muerte”, no como algo macabro, sino como una invitación a vivir cada día con alegría, en gracia y con amor. Su mensaje sigue siendo actual: “Vive de tal forma que, llegado el momento, puedas decir: he hecho el bien que he podido y he evitado el mal que he sabido”. Por eso, Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco Besucco —tres adolescentes formados en el oratorio— partieron de este mundo con serenidad, llenos de fe y esperanza. Nos recuerdan que la santidad no tiene edad, y que morir amando a Jesús es la mayor victoria.

Esta edición del Boletín Salesiano quiere ayudarte a mirar la muerte desde la fe. A descubrir que no se trata solo de prepararse para el final, sino de vivir con sentido cada instante. Porque morir no es el fin, sino el paso hacia el amor que no termina: esa es nuestra esperanza.

 

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