Imprenta salesiana ¿Por qué Don Bosco se implicó en empresas editoriales?

Una respuesta puede ser una especie de pasión no disimulada de Don Bosco por la prensa, por el libro, por la actividad editorial, por el trabajo tipográfico; casi una fiebre que le lleva a multiplicar sus iniciativas en este campo. Y él organiza colecciones, hace publicaciones periódicas, proyectos de ediciones, colecciones, crea tipografías...

Don Bosco es consciente de la necesidad de que el mundo católico impulsara lo que se definía en el lenguaje de la época como “la buena prensa”, para contrarrestar la existencia de una prensa violentamente anticlerical y que ponía en discusión los valores de la Iglesia católica. Además, en el Turín del XIX, estaba creciendo la presencia de la propaganda protestante, que hacen llegar a los católicos libros, folletos, periódicos que promueven ideas y valores contrarios a la mentalidad católica.

Otra respuesta es la concepción de su misión que va más allá de los muros de su oratorio. La amplitud de su misión, a favor de los jóvenes más necesitados, le lleva a utilizar los medios a su alcance para llegar a ellos. Aquí, en las empresas editoriales, también podemos observar al Don Bosco que sabe acercarse, que quiere educar a los jóvenes a través de los medios de comunicación a su alcance.

Del 1844 hasta el 1862, había creado ya un amplio patrimonio editorial y establecido una red de difusión. A finales de 1861 presenta una petición a las autoridades para abrir “una pequeña tipografía”, con un objetivo benéfico para sus muchachos del oratorio y para enseñarles este oficio. Don Bosco se convierte en propietario de una tipografía, en un empresario que invierte capital en una empresa comercial propia. En ella imprimirá las Lecturas Católicas y otras iniciativas editoriales, como la Biblioteca de la Juventud Italiana (desde 1867 hasta 1885 publicó 204 volúmenes). La tipografía se convirtió en una verdadera escuela profesional, donde los alumnos no aprendían con trabajos ficticios, sino con trabajos que serían puestos después en circulación.

La imprenta de Don Bosco participó en varias exposiciones de distinto nivel. Es curioso el hecho de que en la Exposición Nacional de la Industria de Turín de 1884, en la que el oratorio de Don Bosco tuvo un stand donde se podía seguir todo el proceso de fabricación del libro, obtuvo la medalla de plata. Don Bosco, no contento con este galardón, escribió al comité organizador hablando del trabajo que había realizado en el campo editorial, y en la formación de los jóvenes y cómo solo recibiría el primer premio.

En su carta de protesta, Don Bosco señala sus objetivos como editor que quiere conciliar la seriedad científica y técnica de sus ediciones con las exigencias de la difusión amplia para un público formado por jóvenes y clases populares.

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