Que el Espíritu nos dé la gracia de ser ungidos con el don de los sueños y de la esperanza para que podamos, a su vez, ungir a nuestros jóvenes con el don de la profecía y la visión.

Que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu.

Que sepamos ensanchar horizontes, dilatar el corazón y transformar aquellas estructuras que hoy nos paralizan, nos apartan y alejan de nuestros jóvenes, dejándolos a la intemperie y huérfanos de una comunidad de fe que los sostenga, de un horizonte de sentido y de vida

La esperanza nos interpela, moviliza y rompe el conformismo del «siempre se hizo así» y nos pide levantarnos para mirar de frente el rostro de nuestros jóvenes y las situaciones en las que se encuentran. La misma esperanza nos pide trabajar para revertir las situaciones de precariedad, exclusión y violencia a las que están expuestos nuestros muchachos.

Nuestros jóvenes, fruto de muchas decisiones que se han tomado en el pasado, nos invitan a asumir junto a ellos el presente con mayor compromiso y luchar contra todas las formas que obstaculizan sus vidas para que se desarrollen con dignidad.

Ellos nos piden y reclaman una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejemos solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión.

 

Soluciones compartidas

La práctica del diálogo y la búsqueda de soluciones compartidas representan una prioridad clara en un momento en que los sistemas democráticos se ven desafiados por los bajos niveles de participación y una influencia desproporcionada de los pequeños grupos de interés que no tienen una respuesta amplia en la población, con el peligro de derivaciones reduccionistas, tecnocráticas y autoritarias. 

 La fidelidad al Evangelio guiará este diálogo en busca de cómo responder al llanto dual de los pobres y la tierra ante la cual los jóvenes muestran particular sensibilidad, insertando en los procesos sociales la inspiración de los principios de la doctrina social: la dignidad de la persona, el destino universal de los bienes, la opción preferencial por los pobres, la primacía de la solidaridad, la atención a la subsidiariedad, al cuidado de la vivienda común. 

 

 

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