Foto por: Angie Menes La Iglesia lucha por escuchar. Muchas veces habla demasiado y escucha poco. Esto significa que una conversión espiritual es realmente necesaria. La raíz más profunda de esta falta de escucha a los jóvenes es probablemente la falta de escuchar a Dios.

Hablamos mucho sobre Dios, pero tal vez hablamos poco con Dios. Y esta es una falta de credibilidad. Cuando hablamos de Dios, sin haber hablado primero con Dios, no somos muy creíbles.

Un riesgo es hablar sobre los jóvenes que comienza con categorías y esquemas mentales obsoletos, de acuerdo con los clichés de los jóvenes del ‘68, que quieren criticar.

La generación actual es bastante frágil: está en búsqueda, quiere una alianza con los adultos, está buscando reconciliación, porque está fragmentada y bombardeada por miles de solicitaciones. Los jóvenes piden acompañamiento.

El silencio es absolutamente necesario para hacer que las palabras escuchadas resuenen en el corazón. Los jóvenes tienen gran ‘sed’ de silencio y de contemplación.

 

 

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