Foto por : Exe Loaiza La juventud, la fase de desarrollo de la personalidad, está marcada por sueños que se están configurando, desde relaciones que adquieren más consistencia y equilibrio, desde intentos y experimentos, desde elecciones que gradualmente construyen un proyecto de vida.


En esta temporada de la vida, los jóvenes están llamados a proyectar hacia adelante sin cortar raíces, a construir autonomía, pero no a la soledad. El contexto social, económico y cultural no siempre ofrece condiciones favorables.

Muchos jóvenes santos han hecho brillar en toda su belleza las características de la edad juvenil y han sido verdaderos profetas del cambio en su tiempo; su ejemplo muestra de lo que son capaces los jóvenes cuando se abren para encontrarse con Cristo.

Incluso los jóvenes con discapacidades o que padecen enfermedades pueden hacer una contribución valiosa. La Iglesia invita a las comunidades a hacer espacio para las iniciativas que les permiten ser protagonistas, por ejemplo, con el uso de lenguaje de señas para sordos, itinerarios catequéticos bien orientados, experiencias asociativas o colocación laboral.

Los jóvenes son portadores de una ansiedad que primero debe ser bienvenida, respetada y acompañada, apostando con convicción por su libertad y responsabilidad. La Iglesia sabe por experiencia que su contribución es fundamental para su renovación.

Los jóvenes, en algunos aspectos, pueden estar por delante de los pastores. En la mañana de Pascua, Juan, el joven discípulo amado llegó primero a la tumba, precediendo a Pedro, agobiado por edad y traición.

De la misma manera, en la comunidad cristiana, el dinamismo juvenil es una energía renovadora para la Iglesia, porque ayuda a sacudir la pesadez y la lentitud y a abrirse al Resucitado.

Al mismo tiempo, la actitud del discípulo amado indica que es importante permanecer conectado con la experiencia de los ancianos, reconocer el papel de los pastores y no avanzar por sí mismos. Así tendremos esa sinfonía de voces que es el fruto del Espíritu.

 

El encanto de Jesús
A muchos jóvenes les fascina la figura de Jesús. Su vida les parece buena y bella, porque pobre y simple, hecha de amistades sinceras y profundas, gastada para los hermanos con generosidad, nunca cerrada para nadie, pero siempre disponible para el regalo.

La vida de Jesús sigue siendo profundamente atractiva e inspiradora hoy. Es una provocación para todos los jóvenes que desafía. La Iglesia sabe que esto se debe al hecho de que Jesús tiene un vínculo profundo con cada ser humano porque Cristo, que es el nuevo Adán, al revelar el misterio del Padre y su amor también revela plenamente al hombre para sí mismo y para el hombre manifiesta su más alta vocación.

 

 

 

 

 

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