autism Rodrigo, un niño de 5 años posee unos grandes ojos, mejillas rosadas y una sonrisa espectacular cuando se logra dibujar en su rostro. Casi todo el tiempo está solo y pareciera que está en otra orbita. Su mamá Coralia vive mortificada porque su hijo no es como el resto. Ha llegado a preguntarse ¿qué hice mal para que mi segundo hijo tenga estás características difíciles de llevar?

Así como a Coralia, son varios los padres de familia que se sienten fracasados ante un hijo con trastorno de autismo, TEA por sus siglas en ingles. Y es que este padecimiento es una alteración neurológica con la que los niños nacen. La Licda. Elena Figueroa de López, psicóloga de parvularia y primaria, sostiene que "el niño nace con él (autismo), solo que hay varias corrientes, unos dicen que es una deficiencia endocrinóloga, otros dicen que es deficiencia de comunicaciones neuronales, todavía no hay una definición clara de su origen o causa". Pese a que no está claro su umbral, sí se conoce que los niños son cuatro veces más propensos a padecerlo que las niñas.

Alerta a tres niveles

Rodrigo ha sido diagnosticado con Síndrome de Asperger, que es el nivel más leve de autismo. A los cuatro años los síntomas del niño fueron más notables. Rodrigo tenía conductas atípicas, gritaba, hacia ruidos y daba respuestas inesperadas y lejanas de lo que se le estaba preguntando.

La licda. de López confirma que el autismo posee tres niveles: el Síndrome de Asperger, "estos niños pueden convivir en un colegio, tienen una gran inteligencia, tienen comunicación verbal un poco atípica, pero si hay comunicación", acota.

El segundo y tercer nivel conocidos como trastorno generalizado del desarrollo no especificado, son los más severos y los niños son totalmente aislados, no les gusta el contacto físico con otras personas, hacen berrinches, poseen rutinas bien establecidas y son muy ordenados. La mayoría no tiene comunicación verbal y no tienen ninguna noción de lo sociable. Además, no miden el peligro por lo que es indispensable que en su entorno no existan riesgos, de lo contrario ellos se pueden lastimar.

Pese a que no hay una cura para el autismo, es vital la detención precoz. "El descubrir el autismo en una etapa temprana hace que el niño pueda lograr adaptarse a una convivencia básica, se les enseña la sensibilización porque a ellos les cuesta expresar sus sentimientos", enfatiza la psicóloga.

Para lograr convivir con un niño autista es fundamental la asesoría de un profesional, "los padres de familia deben acudir a centros de apoyo para que con terapia puedan manejar la situación, ya que por sí solos no pueden. Los padres muchas veces no saben cómo tratar al niño, lo castigan, le gritan, reprochan siempre sus actitudes, con el fin equívoco de controlar sus conductas fuera de serie", enfatiza la experta.

Lo importante es que los padres comprendan cómo es esta discapacidad para que ellos acepten al niño y puedan llevar una vida "normal". Asimismo, es importante que los progenitores no descuiden a sus otros hijos, si los hay. Se acostumbra poner toda a la atención en el niño autista y los hermanos quedan relegados.

Sin duda, vivir con un niño autista requiere de muchos sacrificios, cambios de estilo de vida y concientizarse que esta deficiencia es manejable solo con ayuda y asesoría profesional.

Señales que algo anda mal en el niño.

• No responde cuando se le llama por su nombre al año de edad.

• No señala juguetes u objetos a los 14 meses.

• Prefiere estar solo y no ve a los ojos.

• No expresa sus sentimientos.

• Dificultad para hablar.

• Repite una sola palabra o frase varias veces.

• Responde disparates.

• No tolera los cambios.

• Movimiento de manos, mece su cuerpo y gira en círculos.

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