Dios nos bendice de un modo que mucha gente no es capaz de descubrir. Dios puso a prueba a Abrahán cuando le dijo: “Toma a tu hijo, a tu único hijo, al que amas, a Isaac, y vete a la región de Moria. Allí lo ofrecerás en sacrificio” (Gn 22,1-2). Toda la historia de Abrahán es un homenaje a la confianza en Dios. Lo cual le ha merecido el nombre de ‘nuestro padre en la fe’.

Es difícil imaginar lo que pasó por la cabeza de Abrahán en ese momento. Pero precisamente porque conocemos la calidad de su fe y confianza en Dios podemos aventurar una hipótesis.

Abrahán pudo haber pensado algo así: ‘Dios es bueno y todopoderoso. Es justo y santo. Nos ama y quiere nuestro bien y no nuestro mal. No entiendo por qué Dios me pide que sacrifique a mi único hijo. Sobre todo, después de haberme prometido que seré padre de multitudes. Dios me pide sacrificar al hijo que engendré milagrosamente. No lo entiendo. De todos modos, como repito, Dios es todopoderoso y me ama. Si me pide algo incomprensible para mí, debe tener sus motivos. Y de una cosa estoy seguro. Esto no puede terminar mal. Por lo tanto, haré lo que Dios me pide.’

Es así como vemos que Abrahán se levantó a primera hora de la mañana y cortó la leña para el sacrificio. Luego aparejó el asno y, llevándose consigo a dos criados y a su hijo Isaac, se dirigió a Moria. Eran tres jornadas de viaje. Cuando ya estaban cerca, Abrahán les dijo a los criados que esperasen allí. ‘El muchacho y yo vamos hasta allí para adorar a Dios’.

Cuando Abrahán cargó sobre los hombros de su hijo la leña para el sacrificio, Isaac le hizo una pregunta obvia: ‘Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde esa el cordero para el sacrificio?’ Abrahán contestó¬: ‘Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío’.

Caminando juntos llegaron al lugar que Dios le había dicho; construyó allí Abrahán un altar y colocó la leña; luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la leña. Abrahán alargó la mano y empuñó el cuchillo para inmolar a su hijo.

¡Qué momento más dramático! ¿Qué le pasaría por la cabeza a Isaac? Abrahán confiaba mucho en Dios. Pero también Isaac confiaba mucho en su padre Abrahán.

En ese momento el ángel del Señor dijo: ‘No extiendas tu mano hacia el muchacho ni le hagas nada, pues ahora he comprobado que temes a Dios y no me has negado a tu único hijo. Abrahán levantó la vista y vio un carnero enredado en un matorral cercano, y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

Así es como actúa Dios: dos mil años después, ese mismo Dios llamó a su Único Hijo amado para morir por nosotros en la cruz. El calvario (igual que Jerusalén) es una de las colinas de Moria. Y el Hijo de Dios subió a esa colina igual que Isaac, porque el Señor ‘proveyó el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Esta vez fue Jesús quien atravesó Jerusalén de camino al calvario cargado en el madero de la cruz. El único Hijo, el amado de Dios Padre, fue sacrificado como un cordero por nuestros pecados. Dios nos bendice de un modo que mucha gente no es capaz de descubrir.

Para salvar al mundo Dios nos amó hasta el extremo de hacerse hombre y ofrecer su vida por nosotros pecadores. Pero resucitó victorioso al tercer día.

‘Señor yo creo que tu eres poderoso y bueno. Tú nos amas y quieres nuestro bien. Si no impides que hoy yo cargue con una cruz es porque tienes tus motivos. Yo no los entiendo, pero confío en ti y estoy seguro de que esto no puede terminar mal.’

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