Los frutos de la esperanza en Don Bosco Los frutos más significativos para el espíritu salesiano de Don Bosco son la alegría, la paciencia y la sensibilidad educativa. Estos valores nos impulsan, tanto a nivel personal como en nuestra identidad como Familia Salesiana, a hacer brillar la esperanza que estamos llamados a compartir, como señaló don Egidio Viganò. Esta esperanza, especialmente, debemos transmitirla a los jóvenes, y de manera particular, a los más necesitados.

La alegría  

Toda esperanza verdadera se manifiesta en alegría. El espíritu salesiano está profundamente vinculado a la alegría dela esperanza. La juventud, que representala esperanza humana, busca naturalmente la alegría, y Don Bosco transformó esa esperanza en un ambiente lleno de gozo para los jóvenes, especialmente al darles la esperanza de la salvación. Este gozo no es superficial, sino un gozo interiro que proviene de la fe y la esperanza, una alegría que refleja la victoria cristiana.

La tristeza que se experimenta a veces en la vida cristiana, como la vivida por Jesucristo en Getsemaní, tiene un carácter diferente. Sin embargo, ciertas tristezas superficiales, como sentirse incomprendido o no apreciado, no deben ser alimentadas. En lugar de ello, debemos recordar que la esperanza nos asegura que Dios está con nosotros, independientemente de cómo los demás nos perciban.

El espíritu salesiano se centra en la alegría diaria que brota de la fe y la esperanza. Esta alegría es fundamental para vivir y transmitir auténticamente lo que creemos. Aunque la esperanza puede llevarnos a vivir momentos de sacrificios o mortificación, esteo debe entenderse como una preparación para algo más grande, no como una carga. A diferencia del mundo, que busca llenar el vacío con placeres efímeros y sensaciones excitantes, los salesianos encuentran su alegría en la esperanza y en el dinamismo del Espíritu Santo.

La paciencia 

La paciencia es un fruto esencial de la esperanza, especialmente cuando enfrentamos dificultades y el "todavía no". La esperanza cristiana requiere paciencia, ya que nos anima a seguir creyendo en la resurrección y en el plan de Dios a pesar de los sufrimientos. Jesús vivió esta paciencia durante su pasión, mostrándonos que es fecunda y alimentada por la esperanza.

Don Bosco y Madre Mazzarello destacaron la importancia de la paciencia. Don Bosco enseñó que la esperanza sostiene la paciencia, especialmente en tiempos de sufrimiento, y Madre Mazzarello vivió esta virtud, transmitiéndola a los demás para enfrentar las dificultades con pureza de intención.

La esperanza, madre de la paciencia, la sostiene y protege, permitiendo que ambos frutos se refuercen mutuamente en el camino de la fe.

La sensibilidad educativa 

La esperanza, en su dimensión de laboriosidad salvadora, da lugar a la sensibilidad pedagógica, que implica un compromiso práctico y constante en la santificación personal y en la misión de salvar a los demás. Don Bosco tradujo esta sensibilidad en un método concreto basado en la cautela, la audacia y la magnanimidad. Actuaba con humildad y pragmatismo, evitando el perfeccionismo y apostando por la prudencia y la valentía en la evangelización. Su visión trascendía las fronteras de su tiempo y lugar, impulsando a los jóvenes a asumir grandes responsabilidades apostólicas, como los primeros misioneros salesianos. 

Don Bosco combinó magnanimidad con realismo, iniciando obras con sencillez pero con una visión amplia y decidida. Para él, la esperanza no era solo un ideal, sino una fuerza concreta que debía reflejarse en el rostro del salesiano a través del entusiasmo, la paciencia, la prudencia y la alegría. Su pedagogía no se limitaba a explicaciones teóricas, sino que se expresaba en la acción, en el coraje de la iniciativa y en la humildad de la práctica. La esperanza salesiana, por tanto, es un equilibrio entre visión, compromiso y confianza en la Providencia.

En el rostro salesiano debe brillar siempre, como nota de simpatía, también la mística de la decisión y el ardor humilde de la practicidad. Don Bosco era decidido en sus compromisos a hacer el bien, aunque no pudiera empezar por lo mejor; ¡decía que sus obras se iniciaban, quizás, en el desorden para tender luego hacia el orden!

"DON BOSCO QUERÍA QUE LOS SALESIANOS sintieran como propios todos los problemas juveniles más grandes y urgentes de la Iglesia para estar disponibles en todas partes”.

Compartir