Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires en 1936, se convirtió en papa Francisco en 2013, sorprendiendo al mundo con su sencillez y cercanía. Pero su historia comenzó mucho antes, marcada por una profunda conexión con la familia salesiana. Durante su infancia, estudió en el Colegio Salesiano Vilfrid Barón, en la ciudad Ramos Mejía, donde el carisma de Don Bosco dejó una huella imborrable en su corazón.
La educación salesiana, centrada en la atención a los jóvenes, especialmente a los más necesitados, moldeó su visión del mundo. Aprendió de la importancia de la cercanía, la alegría y el servicio, valores que más tarde se reflejarían en su pontificado. Esta influencia se fusionó con su posterior formación jesuita, creando un estilo pastoral único, caracterizado por la humildad y la autenticidad.
Su liderazgo se distinguió por la valentía para impulsar reformas significativas dentro de la Iglesia, buscando una mayor transparencia y una apertura al diálogo. Su lucha contra los abusos sexuales, su compromiso con el diálogo ecuménico e interreligioso y su profunda preocupación por la crisis climática, plasmada en la encíclica "Laudato si'", marcaron un antes y un después en la historia de la Iglesia.
Francisco fue un incansable promotor de la paz, alzando su voz contra las guerras y los conflictos que asolaban el mundo. Su llamado a la fraternidad universal resonó en líderes mundiales y personas de todas las creencias, trascendiendo fronteras y culturas. Su legado perdurará como un símbolo de esperanza, un ejemplo de humildad y un recordatorio constante del compromiso con los más necesitados.
Conocido como el "Papa de la Misericordia", Francisco encarnó este valor fundamental a lo largo de su vida y pontificado, considerándolo el corazón mismo del Evangelio. Su insistencia en "misericordiar" invitó a la Iglesia y al mundo a practicar la compasión y el perdón, sanando heridas y construyendo puentes de reconciliación. Su Jubileo Extraordinario de la Misericordia, celebrado en 2016, fue un acontecimiento trascendental que dejó una huella imborrable, recordándonos que la misericordia es el camino hacia un mundo más justo y humano.
“La vocación la había sentido por primera vez en Ramos Mejía, durante mi sexto grado, y la hablé con el famoso ‘pescador’ de vocaciones, el P. Martínez SDB, pero luego comencé el secundario, y chau [debió pasar a otro colegio]”, papa Francisco.
Fuentes: Vaticans News, Roma Report e InfoANS.