La vocación misionera salesiana, impulsada por el profundo deseo de compartir el amor de Cristo con quienes más lo necesitan, se inspira en el sueño de San Juan Bosco, quien afirmó: "La mayor caridad que se puede hacer a alguien es enseñarle a conocer a Dios". Este espíritu dinámico mueve a los salesianos a trascender fronteras geográficas y culturales para evangelizar, educar y brindar apoyo a las comunidades vulnerables. Esta misma pasión misionera resonó en el corazón del Papa Francisco, cuyo encuentro con el carisma salesiano durante su infancia en el colegio Vilfrid Barón de los Santos Ángeles en Argentina lo marcó profundamente. Como él mismo expresó: "La misión es pasión por Jesucristo, pero al mismo tiempo es pasión por su pueblo".
Entre las montañas y comunidades indígenas de Alta Verapaz y Petén en Guatemala, los Salesianos de Centroamérica han encontrado un terreno fértil para sembrar esperanza. Desde su llegada, han trabajado incansablemente promoviendo la educación, la salud, la organización comunitaria y el crecimiento en la fe cristiana. Esta misión, tan viva y necesaria, ocupa un lugar especial en el corazón de la Congregación Salesiana en Centroamérica, que continúa llevando el amor de Dios a los más pequeños y olvidados.
En las siguientes líneas, presentamos dos testimonios de padres misioneros que, con generosidad y entrega, han llevando el mensaje de Don Bosco a regiones de Guatemala.
Padre Alfonso Friso: misionero que cultivó la música en q'eqchi'
Impulsado por su vocación misionera desde Italia, y aún adolescente, el padre Alfonso Friso emprendió un viaje de veinte días a Centroamérica. Allí, superó la barrera del idioma español durante su noviciado, lo que fortaleció su conexión cultural. A pesar de regresar a Italia para su primera misa tras años de formación, su anhelo por las misiones permaneció intacto, llevándolo de vuelta a Centroamérica con una firme determinación.
Su destino misionero lo llevó a San Pedro Carchá, Guatemala, una parroquia inmensa donde la comunicación parecía un imposible. Inspirado por algunos salesianos, el padre Friso abrazó el reto de aprender la lengua local, el q'eqchi'. No solo dominó la lengua, sino junto a otros salesianos crearon una gramática educativa, abriendo caminos para que otros salesianos pudieran sumarse a la labor evangelizadora y misionera en la región.
Un aspecto fundamental que marcó una profunda conexión con la comunidad indígena, fue la tarea de transcribir los cantos religiosos al idioma q'eqchi'. El padre Friso comprendió el poder de la música para el alma y la fe, y con sensibilidad y dedicación, logró que las celebraciones litúrgicas resonaran con las melodías propias de la cultura local. Durante cuarenta años, entregó su vida a las misiones, no solo aprendiendo y enseñando el idioma, sino también conectando profundamente con la comunidad indígena a través del canto y la música en su propia lengua.
Padre Miguel Giorgio: misionero al servicio juvenil en Petén
Desde su formación sacerdotal, el alma del padre Miguel Donato Giorgio se encendió con el fuego de la misión, alimentado por los relatos de quienes llevaron el Evangelio a tierras lejanas. Ese llamado profundo lo condujo en 1969 al corazón de Centroamérica, al vibrante Oratorio de la zona 12 en Ciudad de Guatemala. Luego, su espíritu aventurero lo llevó a las cálidas y extensas tierras de Petén, al norte de Guatemala, frontera con México, donde la necesidad de comunicar la fe impulsó un aprendizaje gradual del español para abrazar a sus oratorianos.
Profundamente marcado por la pobreza y la acogida de jóvenes y comunidades, el padre Giorgio, aún en misión, anhela ver crecer en Petén una obra educativa salesiana que abarque colegio y universidad. Su vida misionera le ha enseñado que Dios acompaña con su gracia a quienes responden a su llamado.
Con el crucifijo misionero recibido en la Basílica María Auxiliadora de Turín en 1962, sintiéndose eslabón de la historia misionera iniciada por Don Bosco, el padre Giorgio anhela ser recordado como un misionero entregado por completo a los jóvenes de las clases populares. Su mensaje a aquellos con inquietudes misioneras es una invitación a la escucha atenta del Espíritu Santo en los detalles cotidianos, pues es allí, en la sencillez del día a día, donde reside la verdadera guía.