Un buen kit para la vida debe estar constituido por algunas "competencias" interiores precisas, que hay que promover y cultivar con proyectos educativos adecuados desde los primeros años. Desde que la Organización Mundial de la Salud las presentó, las Habilidades para la Vida se han hecho famosas. Es una forma concreta de responder a la pregunta: ¿qué cualidades hay que educar para educar a un ser humano pleno y feliz?

El riesgo de todo educador es no tener objetivos concretos y claramente definidos. La consecuencia es una serie de intervenciones precipitadas.

Por el contrario, un buen kit para la vida debe estar constituido por algunas "competencias" interiores precisas, que hay que promover y cultivar con proyectos educativos adecuados desde los primeros años.

Autoconciencia. Una de las claves del éxito es la capacidad de autoanálisis. Los niños deben desarrollar formas de comprenderse, evaluarse y aceptarse a sí mismos. Este sentido de sí mismo es de suma importancia, esencial para todos los demás aspectos de su bienestar mental. Todos los niños necesitan que alguien les sostenga un espejo. Hay que ayudarles con paciencia, pero sin crueldad concreta, a conocerse a sí mismos, su carácter, sus necesidades y deseos, sus debilidades y fortalezas. Este es el requisito previo para una comunicación eficaz, para establecer relaciones interpersonales, para desarrollar la empatía hacia los demás. El riesgo es "tener un vehículo sin conductor". Más adelante será increíblemente difícil reparar un precario sentido del yo formado en la adolescencia.

Gestión de las emociones. La confianza en uno mismo le permite mantener su propia estabilidad emocional sin necesitar el apoyo de los demás. Las emociones varían en intensidad, de leves a muy intensas. Nos acompañan constantemente: ¡nunca estamos sin sentimientos! Hay cuatro emociones básicas: ira, miedo, tristeza y alegría. Todas las demás son combinaciones de éstas. Al crecer, los niños deben aprender a armonizar la vida emocional y sus manifestaciones con el contexto social, encontrando formas constructivas de desahogar la energía que produce los sentimientos.

Gestión del estrés. Para los que crecen, la ansiedad está siempre a la vuelta de la esquina, a menudo acentuada por unos padres que "sueñan con la perfección". Los niños deben ser capaces de conocer y controlar las fuentes de tensión. Los padres cuentan mucho en este terreno. Nada provoca más ansiedad y depresión en un niño que una madre que no para de decirle que podría hacerlo mejor, que debe esforzarse más. Los niños pueden hacer frente a todo, siempre que sepan cómo comportarse.

Sentido crítico: Capacidad de analizar y evaluar situaciones, ser capaz de analizar información y experiencias de forma objetiva, sopesando ventajas e inconvenientes, para llegar a una decisión más informada, reconociendo y evaluando los distintos factores que influyen en las actitudes y el comportamiento, como la presión de los compañeros y la influencia de los medios de comunicación.

Capacidad para tomar decisiones. Nadie cuestionaría el hecho de que quisiéramos preparar a nuestros jóvenes para que lleguen a ser muy buenos tomadores de decisiones. Sin embargo, muchos de ellos, al igual que muchos adultos, toman demasiadas decisiones de forma impulsiva. No examinan un reto, ni lo identifican como tal para luego recapacitar y pensar cuál es la mejor manera de afrontarlo. A menudo, quienes no sopesan los pros y los contras recurren a la agresión, a veces verbal, a veces física, y en algunos casos al simple resentimiento o a la resistencia pasiva. Para un joven adulto, los impulsos incontrolados pueden parecerse a minas terrestres que pulverizan los cimientos de una carrera. Las tácticas de toma de decisiones deben discutirse y explicitarse durante el crecimiento del niño.

La resolución de problemas se ha convertido incluso en una disciplina universitaria. Permite abordar y resolver de forma constructiva distintos problemas que, si no se resuelven, pueden causar estrés mental y tensión física.

Creatividad. Es la capacidad de sumergirse en todo tipo de situaciones de forma flexible, para poder llegar a soluciones e ideas originales. Es importante enseñar a los niños a participar en la libre asociación de ideas, a tener una mente abierta e inquisitiva, a producir continuamente pensamientos y formular ideas que puedan ser criticadas, a encontrar un medio con el que expresar el esfuerzo creativo. Pero, para que el pensamiento sea productivo, los niños necesitan ayuda.

Comunicación eficaz. Significa ser capaz de expresar opiniones y deseos, necesidades y temores, ser capaz de pedir consejo y ayuda, si es necesario. Durante los debates en clase, uno se encuentra con muchos estudiantes con dislalias e imprecisiones verbales evidentes. Sus expresiones lingüísticas parecen chirriar como los engranajes mal sincronizados de un coche, y el motor de su mente parece escupir negros gases de escape cuando se esfuerzan por comunicarse en un plano superior; el vocabulario y la construcción adecuada de las frases suponen una enorme lucha. Es necesario que las escuelas den un fuerte impulso a la mejora del lenguaje verbal y ayuden a los niños a darse cuenta de que expresar bien las ideas significa mejorarlas. Incluso se podría decir: "¿Cómo puedo saber lo que pienso si no intento expresarlo?

Empatía. Es escuchar y ver con el corazón, dejar que el sufrimiento y la alegría de los demás resuenen en uno mismo, ponerse en el lugar del prójimo. Es aceptar la diversidad étnica y cultural. La empatía cambia la regla de oro: en lugar de tratar a los demás como nos gustaría ser tratados, nos hace tratar a los demás como les gustaría ser tratados. La empatía es crucial para mejorar nuestra etiqueta espiritual y nuestra capacidad para llevarnos bien con los demás.

Habilidades para las relaciones interpersonales. Para tener éxito no basta con saber mucho, trabajar duro y producir servicios o productos de calidad. Hay que caer bien y mostrar simpatía y respeto por la gente a la que se quiere caer bien. Es una cuestión de estrategia política. Es vital que los jóvenes adquieran la capacidad de interactuar y relacionarse con los demás de forma positiva, que sepan relacionarse de forma constructiva con los demás, que sepan crear y mantener relaciones significativas. Hay que advertir a los jóvenes adultos que las interacciones sociales pueden provocarles ofensas. Se darán cuenta de que, para evitar el daño, tendrán que aprender a convivir, crear alianzas, forjarse una reputación y adquirir habilidades interpersonales. Construir relaciones interpersonales es un proceso continuo que se aprende sobre todo de la experiencia directa.

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