BSCAM Imitando la paciencia de Dios acogemos a los jóvenes tal como se encuentra el desarrollo de su libertad.

Cuando Jesús habla en sus parábolas del pastor que va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca la moneda de plata, del padre que sale al encuentro del hijo pródigo y lo abraza, no se trata solo de meras palabras, sino que es la explicación de su propio ser y actuar.
No hay bondad, no hay dedicación a los necesitados, no hay amabilidad ni libertad ni caridad o cualquiera de los rasgos que venimos presentando si falta la fuente originaria del Amor de Dios.

Es el amor y no el pecado lo que explica la decisión libre de Dios de formar parte de la humanidad y ser uno de nosotros. Entendemos así que la Encarnación, el hacerse hombre, ha sido eternamente querida por Dios. No es el plan «b» de Dios por el pecado del hombre. Aunque no hubiese habido pecado del que redimirnos, Dios se hubiera igualmente hecho hombre. Dios se encarna en nuestra historia por pura iniciativa suya.

Hay una caridad descendente, que consiste en entrar en relación con los demás, haciéndonos pequeños con los pequeños, por amor, para elevarlos.

El salir de uno mismo e ir al encuentro de los demás con actitud de servicio como en el lavatorio de los pies de Jesús: “El que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor”; “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir”.

La paternidad de Don Bosco es la expresión de su amor incondicional a los jóvenes pobres, abandonados y en peligro.

Valdocco y todas las demás casas del mundo están llamadas a ser casa de acogida de los jóvenes más necesitados, y patios donde encontrarse con los amigos.

Que el amor a Cristo nos lleve al amor a los jóvenes.

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Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 256 Marzo Abril 2022

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