BSCSAM Un clima de familia, de confianza y de diálogo

Don Bosco recomienda tres pequeñas virtudes: la amabilidad en el corazón, la pobreza de espíritu y la sencillez en la vida. Y también ejercicios más exigentes: visitar al enfermo, servir al pobre, confortar al afligido, no por obligación, sino con verdadera libertad.
Dulzura muy distinta de aquella amabilidad artificiosa que consiste en andar buscando maneras y en el desahogo de una afabilidad ceremoniosa.

La acogida, la cordialidad, la bondad, la paciencia, el cariño, la confianza, la dulzura, la amabilidad, la mansedumbre son expresiones del amor que suscita confianza y familiaridad.

La espiritualidad salesiana está llena de comprensión y misericordia, de acogida y capacidad de esperar con paciencia el crecimiento de los jóvenes.

El conocido sueño de Juanito Bosco a los nueve años concluye con la fórmula que le propone la Virgen María: Hazte humilde, fuerte, robusto.

Este espíritu de amabilidad, dulzura y mansedumbre, trato familiar, acogedor, amable y respetuoso caracterizaba la convivencia con Don Bosco y los primeros Salesianos de Valdocco.

El estilo salesiano de la bondad, del cariño, de la familiaridad, de la presencia es, en efecto, amor auténtico porque nace de Dios. Es amor que se manifiesta en los lenguajes de la sencillez, de la cordialidad y de la fidelidad. Es amor que produce deseo de correspondencia. Es amor que suscita confianza, abriendo el camino a a la comunicación profunda (“la educación es cosa del corazón”). Es amor que se difunde creando un clima de familia, donde estar juntos es bonito y enriquecedor.

El amor es, entonces, el centro de la espiritualidad salesiana, que es también el modelo de nuestro ser y vivir.

Para muchos de nuestros jóvenes, la experiencia más recordada del contacto con las presencias de la Familia Salesiana en el mundo es, con mucha frecuencia, el trato familiar, la acogida y el afecto con que se sienten tratados. En definitiva, el espíritu de familia.

Dios no nos ama porque seamos buenos, sino porque él es bueno. No amamos a Dios porque queramos de él algo bueno, sino por él mismo que es el mayor bien.


El amor de Dios no se basa en sentirse bien, sino en hacer la voluntad de Dios Padre.

 

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Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 256 Marzo Abril 2022

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