BSCAM

La libertad, don de Dios
No con golpes

Nuestro sistema educativo no apela a imposiciones. Orienta en el modo de aceptar una tarea, en la actitud con la que se desarrolla una misión, en el modo de asumir una responsabilidad o un servicio a los demás. Y lo que sostiene y da consistencia a esta opción, a este modo de vivir como cristianos, tiene que ver con la decisión misma de Dios, que nos ha creado y nos ha hecho libres.

San Francisco de Sales eligió el camino del corazón y no el de la fuerza. Y no hizo más que fijarse y vivir la actitud de Dios. La acción de Dios, su gracia, no actúa nunca sin nuestro consentimiento. Actúa con fuerza, pero no para obligar o constreñir, sino para atraer el corazón; no para violentar, sino para enamorar a nuestra libertad. La libertad donada por Dios a la persona humana es siempre respetada. Dios nos atrae hacia Él con su bondadosa iniciativa, a veces como una vocación o una llamada, otras veces como la voz de un amigo, como una inspiración o una invitación y otras como una prevención, porque se anticipa siempre. Dios no se impone: llama a nuestra puerta y espera a que le abramos.

Don Bosco, en el trato con sus muchachos más desfavorecidos y pobres de Valdocco, aprendió a seguir la vía del corazón en la acogida y en el acompañamiento educativo. La puesta en práctica del deseo de salvar almas, del compromiso por el desarrollo pleno de sus muchachos se realiza sin coacción, sin imposiciones, siempre con la aceptación por parte del joven de entablar esta relación de amistad, porque en su corazón siente que hay alguien que piensa en su bien y que quiere que sea feliz.

El intento de compaginar libertad del hombre y atracción de Dios se lleva a cabo con la dulzura. La fuerza de la atracción de Dios, potente, pero no violenta, está en la dulzura de su atracción. El amor de Dios no es para nada rival del amor humano hacia las criaturas en la experiencia espiritual que vive y comparte Francisco de Sales. Ningún amor aleja nunca nuestro corazón de Dios sino aquel que le es contrario. La mística salesiana, este amor a Dios, lejos de excluir el amor a los demás, lo requiere.

El amor desaparece si se pretende imponer o exigir. En esto reside la fuerza con la que Francisco de Sales presenta la imagen positiva de Dios amante, que ofrece su amistad, y dona sus bienes, y deja espacio abierto en libertad a la reciprocidad, mediante la comunicación con Él.

Tener, como Francisco de Sales, una presencia amable entre los no católicos, presencia que es una forma de evangelización a través del testimonio. Una presencia que a veces deberá ser callada, silenciosa, respetuosa será perfectamente válida ya que parte no solo del principio de la no violencia sino del respeto profundo a la libertad de las personas.

Este artículo está en:

Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 256 Marzo Abril 2022

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