tmsdbmedranoDe un novicio salvadoreño Dios sacó, en México, un salesiano sacerdote que hoy, después de veintidós años de sacerdocio, sólo puede decir: gracias

Este es mi caso. Desde cuando tenía siete años, Don Bosco me había guiñado un ojo para invitarme a seguirlo. Aquella invitación a un niño, por diversas circunstancias que hoy resultan providenciales, no prosperó y el camino de la vida parecía tomar su propio rumbo.

Tenían que pasar todavía un par de décadas para que, en tierra de exilio, dentro de un cuadro sorprendente marcado por la destrucción y el daño ocasionados a la patria por una guerra entre hermanos, el Dios de la vida, el Dios vivo quisiera reiterar aquella llamada para gastar la vida en favor de los jóvenes. Instante inolvidable, rodeado de muchachos, en que la Voz amable se dejó escuchar con claridad: “¿No quisieras quedarte con ellos para siempre?”

opcion10En el lejano Oriente vivía un emperador rico y poderoso. En todas las cortes del mundo se tejían alabanzas de su reino, de sus palabras y de su sabiduría. Pero los bardos y los cuentacuentos que peregrinaban de castillo en castillo ponderaban sobre todo sus inmensas riquezas.

«¡Bastarían sólo las piedras de su diadema para mantener a una ciudad!», declamaban.

Como siempre sucede, todo esto fomentó la envidia y la codicia de otros reyes y de otros pueblos. Algunas tribus de bárbaros feroces y violentos se agolparon en las fronteras e invadieron el reino. Nadie lograba detenerlos.

El emperador decidió refugiarse entre las tribus fieles que vivían en las montañas, más allá del terrible desierto.

tmfmasorpatyHace 25 años estaba realizando mi primer año de formación como aspirante con las Hijas de María Auxiliadora. Esa experiencia me cambió la vida. Mi sueño de estudiar ingeniería industrial ya no parecía tan importante como el deseo de servir a Dios a tiempo completo.

Nací  en una familia pequeña, donde mis hermanos y yo aprendimos a amar y respetar a Dios, donde nuestros padres nos enseñaron a hacer el bien y a luchar por nuestros sueños. Realicé mis estudios básicos en una escuela pública, donde si bien nunca se hablaba de Dios, era grande el acento en los valores, la disciplina, el compromiso de los maestros, sin olvidar a mis amigos y amigas.

Mi hermana y yo estudiamos el bachillerato en el Colegio María Auxiliadora, de San Salvador. Fue una experiencia que nos cambió la vida. Conocimos y gozamos de un ambiente donde la propuesta de valores era mucho más rica, consistente, juvenil e integral, donde la propuesta educativa venía de Dios y de nuestra fe.

Momentos de mi vida en que descubrí a Don Bosco:

1. En mi niñez, pues en la Iglesia de mi pueblo natal estaba la imagen de Don Bosco con dos niños, y eso nos atraía a los estudiantes. Al salir de la escuela, casi siempre pasábamos por Iglesia y nos acercábamos a la imagen de Don Bosco para pedirle que nos ayudara en los estudios.

2. Mi papá estudió en una casa salesiana y su estilo de educarnos fue el sistema preventivo, pues al conocerlo ahora adulta (Sistema Preventivo) me he dado cuenta que este era su estilo de educarnos. Siempre nos llevaba a la procesión de Don Bosco. No nos hablaba de Don Bosco, pero su testimonio y el gesto de llevarnos a la procesión fue su mayor enseñanza.

El acompañamiento se basa en la presencia del educador entre los jóvenes .::. Foto:C. GaitánEl hombre es parte de una red de relaciones, no opcionales o secundarias, entre ellas la que tiene con las otras personas, que es inmediatamente evidente y ocupa un puesto privilegiado.

Lo primero que la persona percibe no es el yo con sus potencialidades, sino la interdependencia con los otros que requieren ser aceptados en su realidad objetiva y reconocidos en su dignidad.

En esta óptica la responsabilidad aparece como capacidad de percibir signos que proceden de los otros y darles respuestas. Se trata de una llamada ética porque lleva consigo exigencias de responsabilidad y de compromiso. El hombre se despierta a la existencia personal cuando los otros dejan de ser vistos sólo como medios de los que servirse.

tmexalumvenancioA Don Bosco lo conocí cuando ingresé al Colegio Salesiano Don Bosco. Tenía 8 años y me quedaba fascinado viendo las diapositivas de la CCS sobre su vida, la cual admiraba mucho. También admiraba el testimonio de sencillez, amabilidad, amistad y fiel cumplimiento de los deberes de los salesianos de esa época. Quería ser como ellos.


Al final de mis estudios en el colegio y después de un buen tiempo de discernimiento sobre ser laico o no, opté por estudiar medicina (que me gusta muchísimo) e ingresé a la Asociación de Exalumnos.

Allí comenzó mi trabajo activo para ayudar a otros exalumnos a hacer fructificar la educación recibida. En el año 2000 fui invitado a trabajar por los jóvenes en los “Talleres de Varones” de Parroquia La Divina Providencia (actualmente “Centro de Formación Profesional Bartolomé Ambrosio”, a cargo de los Exalumnos).

La vida se despliega como don, llamada y proyecto .::. Foto: O. BennethLa tendencia asociativa, la vida de grupo, la inspiración comunitaria fue una experiencia casi espontánea en la vida de Don Bosco. El asociacionismo juvenil es, por tanto, una exigencia indispensable en la propuesta educativa querida por Don Bosco.

Don Bosco estaba convencido de que un tanto por ciento elevado de los jóvenes que el Señor envía a nuestras casas tiene disposiciones favorables para seguir, si se les motiva y acompaña convenientemente, una vocación de compromiso especial.

Nuestros jóvenes, sobre todo los jóvenes animadores, tienen el derecho de recibir de nosotros un estímulo que los lleva a pensar en su vida y en su compromiso en clave vocacional; en su acompañamiento personal debemos proponer con claridad el interrogante vocacional y animar su respuesta generosa.