Blog El Padre Luis dice

¿No es normal que tengamos alegría dentro de nosotros, cuando nuestros corazones descubren de nuevo, por la fe, sus motivos fundamentales de la vida? La alegría cristiana es un don del Espíritu Santo: “Los frutos del Espíritu Santo son: Amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí” (Gal 5,22).

El Parlamento Europeo aprobó la resolución que pretende incluir el aborto dentro de la Carta Europea de Derechos Fundamentales.Así lo afirman HazteOir.org y CitizenGO, las más importantes organizaciones pro-vida en Europa. Les comparto su reciente comunicado. No podemos permanecer indiferentes.

El ser humano se siente, así, lanzado al reconocimiento del Don de quien todo procede; se siente abrazado por un misterio trascendente de gracia.(Basado en el pensamiento de Gonzalo Tejerina)
La vida humana es algo que se te ha dado. Ha sido un acto de donación gratuita, habiendo renunciado el donante, abiertamente, a controlarte.

La familia es la primera comunidad humana.En la familia el hombre nace y crece. La entrega recíproca del hombre y de la mujer unidos en matrimonio, crea un ambiente de vida en el cual el niño puede desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino.

Aún los aspectos que no tienen nada de sentimental, ya que son objetivos y científicos, deben validarse pasando por lo sentimental: ‘me siento americano’, ‘me siento mujer’. Los gustos han sustituido a los valores.Ya hice alusión, en un artículo precedente, al reciente libro: ‘Nadie nace en un cuerpo equivocado’ (Barcelona 2022). Repito: sin necesidad de estar de acuerdo en todo lo que ahí se dice, creo que vale la pena resaltar lo que los autores llaman SENTIR INTENSAMENTE.

El carácter aparentemente contradictorio de la muerte. Foto por mohamed Nohassi.El carácter aparentemente contradictorio de la muerte. Por un lado, la muerte es un hecho natural, pues el hombre está sometido al ciclo biológico; pero, por otro lado, la muerte es antinatural pues la inteligencia y voluntad, al ser espirituales, no mueren junto con el cuerpo.