(ANS – Turín) – Fiesta del pueblo y de los jóvenes, de la Familia Salesiana y de toda la comunidad ciudadana, fiesta sencilla y genuina, pero rica en sugerencias significativas para conservar en la vida cotidiana: una vez más, la Fiesta de María Auxiliadora fue motivo de alegría para quienes tuvieron la oportunidad de encontrarse en Valdocco en torno al 24 de mayo y de celebrar así a la Virgen con el título tan amado por Don Bosco.
Las celebraciones
El programa fue el tradicional, con una serie de misas y ritos que acompañaron a los fieles desde las Primeras Vísperas del 23 de mayo, presididas por el Rector Mayor, padre Fabio Attard, hasta la tarde del día siguiente.
Tampoco faltaron las innovaciones que cada año enriquecen y matizan de diferentes maneras la rica programación del día: por ejemplo, este año, el momento meditativo musical “Acompañados por el arpa, rezamos a María” del viernes por la noche; o la conferencia “Por María al encuentro de Cristo”, impartida por monseñor Marco Frisina, conocido biblista y compositor, el sábado por la tarde.
Pero incluso más allá de las novedades significativas –entre ellas también la participación completa del Consejo General de la Congregación Salesiana renovado por el Capítulo General 29°, finalizado también en Valdocco hasta poco más de un mes atrás– siempre son nuevas la fe y las expresiones de fe de la multitud del pueblo que se congrega bajo el manto de María Auxiliadora.
La misa del cardenal Repole
Esa misma fe fue la que el arzobispo de Turín y obispo de Susa, cardenal Roberto Repole, evocó en toda su genuina plenitud con referencia justamente a María, durante la eucaristía que presidió a las 11 (UTC+2). En efecto, observando la página del Evangelio de las Bodas de Caná y la discreta invitación de María a Jesús para que actúe, el cardenal Repole comentó: “Es infinitamente bello saber que la mirada y las palabras de María provienen de una fe sencilla, auténtica, pero radical: ‘Haced lo que él os diga’; estáis en paz, en la medida en que estáis totalmente confiados en las manos de Cristo”.
Y es por eso que el cardenal pudo concluir afirmando: “Es lo que vivimos hoy, es lo que percibimos como la belleza de ser custodiados por María Auxiliadora, con el deseo, tal vez, de ser también un poco como ella: capaces de una mirada de misericordia y de compasión hacia los demás y hacia nosotros mismos”.
La misa del Rector Mayor con el MJS
Por su parte, el padre Attard remarcó otros tres aspectos de la vida de María –la escucha, la disponibilidad y la generosidad– como “tres caminos” de la misma y viva fe, una fe que, por tanto, también hoy puede encontrar en María su modelo y en Don Bosco su abanderado.
El Rector Mayor, en la celebración de las 18:30, especialmente dirigida a los chicos y chicas del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) y concelebrada por todo el Consejo General de los salesianos de Don Bosco, quiso proponer un camino espiritual claro y concreto, articulado en tres etapas.
“Todo comienza con la escucha”, afirmó el padre Attard. Pero no se trata de una escucha pasiva, sino de una actitud profunda del corazón, que abre al diálogo con Dios. “Un Dios que no entra en nuestra vida para controlarla, sino para amarla y redimirla”, añadió también, subrayando que escucharlo, por tanto, no significa perder la propia identidad, sino reencontrarse a uno mismo de un modo más profundo y auténtico. La escucha que no niega dificultades: dudas, preguntas, resistencias interiores. Y sin embargo, es precisamente a través de estas tensiones que se desarrolla una relación verdadera con Dios. “¡No renunciéis a vuestra capacidad de ser interpelados!”, dijo el Rector Mayor a los jóvenes, invitándolos a no dejar que se debilite su interioridad.
El segundo paso es la disponibilidad. Como María, que acogió con fe la sorprendente llamada de Dios, también hoy los cristianos están llamados a decir su “sí” con confianza, lo que no significa aceptar una renuncia o una pérdida, sino hacer una elección libre, una entrega plena, con la convicción: “Tú, Dios, no me traicionarás nunca”. Lo humano siempre se ve reforzado por Dios, por lo tanto, no hay que tener miedo.
El último punto de la homilía fue una fuerte invitación a la generosidad radical, que nace de la escucha y de la disponibilidad. Una generosidad libre, contagiosa, misionera, que no se deja detener por obstáculos o miedos, que no busca el éxito inmediato, sino que siembra el bien con confianza, incluso cuando no se ven los frutos de inmediato. María, una vez más, es el modelo perfecto: una mujer que amó sin cálculos, que se confió plenamente al designio de Dios. “No tengáis miedo de Dios: lo divino no quita nada, sino que lo lleva todo a plenitud”, concluyó con fuerza el Rector Mayor.
El agradecimiento de los jóvenes: constructores de unidad y de paz
Al final de la celebración, tres jóvenes representantes del Movimiento Juvenil Salesiano expresaron un sentido agradecimiento al Rector Mayor; afirmaron estar viviendo un tiempo de gracia: en la Iglesia, con el nuevo papa León XIV, y en la Familia Salesiana, con el don del nuevo Rector Mayor, y prometieron comprometerse por la unidad y la paz en todos los lugares donde vivan, allí donde esté presente el carisma de Don Bosco. Durante este año jubilar.
Un agradecimiento a la Familia Salesiana
En su saludo final, el padre Attard quiso agradecer a Madre Chiara Cazzuola, Madre General de las Hijas de María Auxiliadora, por su presencia y a todos los miembros de la Familia Salesiana por su apoyo. Concluyendo con palabras cargadas de significado, dijo: “Por estos jóvenes, vale la pena dar la vida”.
La procesión de María Auxiliadora
Una jornada de fiesta tan rica no podía concluir sino de manera festiva y solemne, con la tradicional procesión con la estatua de María Auxiliadora por las calles de los alrededores de Valdocco. Una celebración que no se veía tan participada y alegre desde hacía al menos cinco años –debido a las condiciones meteorológicas adversas y a las limitaciones por el Covid-19 de los años anteriores– y que concluyó, tras cantos y oraciones, con el regreso a la renovada explanada frente a la Basílica de María Auxiliadora.
Allí fue donde el cardenal Repole primero y el padre Attard después ofrecieron los pensamientos conclusivos de la jornada, con una referencia a la ciudad de Turín bendecida por la continua protección de la mirada de María, por parte del primero; y, por parte del segundo, con la invitación a rezar la oración instituida por Benedicto XVI para la Jornada Mundial de Oración por China, que se celebra precisamente el 24 de mayo, en consideración de la gran devoción de los católicos chinos hacia María Auxiliadora.