(ANS – Roma) – El beato Carlo Acutis y el beato Pier Giorgio Frassati, que serán canonizados juntos en la Plaza de San Pedro el domingo 7 de septiembre por el Papa León XIV, encarnan la promesa y el dinamismo de la santidad juvenil en la Iglesia. Esta canonización, anunciada formalmente durante el primer Consistorio Público Ordinario del Papa León XIV con la aprobación de los cardenales, es muy esperada, no solo porque se trata de dos santos jóvenes, uno de los primeros del siglo XX y el otro el primer santo del siglo XXI, sino también por la enorme devoción que inspiran entre los fieles de hoy.
Realidad viva: llegar a los márgenes
En un mundo a menudo hipnotizado por las distracciones virtuales, Pier Giorgio Frassati nos recuerda que la santidad no nace de la huida hacia las pantallas, sino del encuentro con los necesitados. Desde joven, Pier Giorgio se dedicó por completo al servicio de los pobres: regalando zapatos a un niño descalzo, utilizando el dinero de su licenciatura para los necesitados y sacrificando sus vacaciones privilegiadas por amor a la caridad. Sus acciones estaban arraigadas en las relaciones personales y en el servicio amoroso, viviendo el Evangelio de manera concreta y alegre. Para Pier Giorgio, la evangelización no era simplemente verbal; era presencia, solidaridad y entrega de sí mismo en el mundo del sufrimiento y la exclusión.
Compromiso significativo con el mundo digital
Carlo Acutis, «el ciberapóstol de la Eucaristía», demuestra que un compromiso disciplinado y específico con la tecnología es posible y poderoso. En lugar de dejar que el mundo digital se convirtiera en un reino de adicción o superficialidad, Acutis lo convirtió en un vehículo de evangelización, curiosidad y comunión. Creó un amplio sitio web que catalogaba los milagros eucarísticos, poniendo su «pasión por los ordenadores y los videojuegos» al servicio de la fe y de la comunidad global. La creatividad digital de Carlo no era una evasión, sino una misión: «Nuestro objetivo debe ser infinito, no finito», decía, recordando sabiamente a sus compañeros que la tecnología debe amplificar, no sustituir, la búsqueda de la verdad, la belleza y el encuentro.
El camino salesiano: constructivo, alegre y apostólico
Ambos santos reflejan la visión de Don Bosco para los jóvenes de hoy: alegría, practicidad y celo apostólico vividos en la vida cotidiana. Hoy en día, en el mundo salesiano existen numerosos laboratorios digitales dedicados a Carlo Acutis, lo que demuestra cómo su espíritu sigue inspirando a comunidades que unen la fe, las competencias digitales y el compromiso con los pobres: espacios reales en los que lo digital está al servicio del Evangelio y abre nuevas vías de participación e inclusión.
Carlo dio testimonio de un cristianismo gozoso, viviendo con serenidad y luminosidad, abrazando plenamente su edad y sus intereses, pero integrándolos con una fe viva. La atención de Carlo hacia los demás, especialmente los marginados y los olvidados, se hace eco del principio de Don Bosco de la amable bondad y la caridad práctica. Su «kit para convertirse en santo» incluía la misa diaria, la Santa Comunión, el rosario, la lectura de la Biblia, la adoración, la confesión y el amor sacrificial: pasos prácticos para los jóvenes que buscan la santidad hoy en día.
Pier Giorgio era conocido como el «Hombre de las Bienaventuranzas», ya que vivía con pasión el Evangelio en su vida cotidiana y en su compromiso social. A pesar de su origen privilegiado en Turín, eligió un camino caracterizado por la humildad, el servicio y un espíritu contagiosamente alegre. Las prácticas espirituales de Pier Giorgio incluían la adoración eucarística regular, la devoción mariana y la castidad personal, formando una base espiritual sólida similar a los métodos formativos de Don Bosco para los jóvenes.
Estaba profundamente vinculado al ambiente salesiano, asistiendo a los exámenes preparatorios en el Colegio Salesiano Don Bosco y participando en las iniciativas relacionadas con la Basílica Salesiana de María Auxiliadora. Servía activamente a los pobres de Turín, encarnando la visión de Don Bosco de involucrar a los jóvenes en el servicio amoroso a los marginados. Su lema «Hacia arriba» se convirtió en un grito de guerra para las aspiraciones juveniles arraigadas en la fe, inspirando a generaciones a buscar la realización no en los placeres fugaces, sino en el servicio a Cristo y al prójimo.
El compromiso de Pier Giorgio con la amistad, el deporte y la caridad, y la innovación de Acutis en la evangelización a través de sitios web y realidad virtual, demuestran que es posible conciliar la presencia digital con el arraigo social, la misión y las relaciones. Cada joven santo demuestra que las elecciones —en el consumo digital o en las acciones del mundo real— moldean el destino y que la santidad abarca todas las dimensiones de la vida.
Modelos para los jóvenes de hoy
Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati exhortan a los jóvenes a recuperar las relaciones y el servicio en la vida real, a aprovechar la tecnología para una evangelización constructiva y significativa, y a perseguir una felicidad auténtica y disciplinada arraigada en Cristo. En ellos, la santidad no es nostálgica, sino vivamente contemporánea: una invitación a superar la soledad, la dependencia y la pasividad y a convertirse en testigos de la esperanza tanto en el mundo virtual como en el tangible.
Una canonización que inspira
Su canonización está destinada a convertirse en una fuente de gran aliento, guía e inspiración para los jóvenes de todo el mundo, invitándolos a apuntar más alto y aspirar a ideales más elevados. Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati demuestran que es posible vivir una vida significativa como buenos cristianos y ciudadanos honestos entre los desafíos de la sociedad moderna. Su testimonio afirma que la verdadera felicidad reside en la fe, el servicio y la integridad, recordando a los jóvenes que ellos también están llamados a ser luz, esperanza y constructores de un mundo mejor. Arraigado en la tradición salesiana, su legado es una invitación dirigida a todos los jóvenes: «¡Hacia arriba!» en la vida cotidiana, en el servicio y, sí, en la misión digital, dando forma a una nueva generación de santos en la acción y en la presencia.