(ANS – Roma) – Entre los lugares emblemáticos de la Roma donboscana, la obra “Sagrado Corazón”, situada junto a la estación Termini, la principal de la capital, es uno de los polos que más está beneficiándose del soplo de entusiasmo, alegría, calor y esperanza que el Jubileo de los Jóvenes está derramando sobre toda la ciudad. Pero no se trata de una relación unidireccional. También esta misma obra está correspondiendo con tanto afecto entregando, cada día más, a cada peregrino, algo bello que llevar en el corazón una vez concluido el peregrinaje jubilar.
Todo el complejo salesiano —que alberga la basílica erigida por Don Bosco, el nuevo Museo Casa Don Bosco, el centro juvenil, las actividades sociales de servicio a los necesitados, migrantes y refugiados, así como las oficinas de la Sede Central Salesiana— está literalmente invadido cada día por cientos y cientos de jóvenes.
Los primeros grupos comenzaron a llegar al final de la semana pasada, incluso antes del inicio oficial del Jubileo de los Jóvenes, y aun después de la conclusión del domingo 3 de agosto se prevé una pequeña prolongación de algunos días, para aquellos grupos que, al Jubileo, añadan otras etapas específicas. En total se calcula que, al final de esta fase, habrán sido cerca de doce mil los jóvenes peregrinos acogidos y hospedados, con un promedio de más de mil peregrinos por día.
Chicas y chicos —en gran parte europeos, a menudo también italianos, pero provenientes igualmente de todo el mundo— encuentran en el patio de esta amplia obra, en primer lugar, un espacio cómodo y seguro donde descansar, comer, acceder a los servicios esenciales y recargar energías entre los muchos compromisos de su apretada agenda.
Pero, obviamente, no es solo eso: la etapa en el Sagrado Corazón sirve también para:
• visitar la iglesia y el museo, para conocer mejor a Don Bosco, su historia, su pedagogía y su espiritualidad;
• participar en catequesis y reflexiones propuestas en sus respectivos grupos;
• y quizás relajarse y divertirse con danzas y cantos al ritmo de la música propuesta por los voluntarios y los grupos del Movimiento Juvenil Salesiano que animan el patio en diferentes momentos.
En estos días del Jubileo, además, el equipo de coordinación de la acogida en el Sagrado Corazón ha organizado encuentros diarios de intercambio mutuo, de fiesta y también de testimonio entre los jóvenes que habitualmente animan el Centro Juvenil salesiano y los jóvenes peregrinos llegados de todas partes.
Así fue, por ejemplo, en la jornada del miércoles 30 de julio: tras un primer momento para romper el hielo con cantos y bailes para todos, y el saludo de bienvenida por parte del director de la obra, el padre Francesco Marcoccio, subieron al escenario, preparado especialmente para la ocasión, algunos testigos que relataron en qué consiste la espiritualidad salesiana encarnada en el servicio a las personas vulnerables.
El primer testimonio fue el de Delia, una mujer filipina que reside en Roma desde hace cuarenta años, quien, tras haber perdido la fe por las pruebas de la vida, la reencontró gracias a un peregrinaje a Asís y al sentido de fraternidad experimentado en la comunidad filipina que se reúne en el Sagrado Corazión. Desde allí, el paso al voluntariado fue rápido: “Entré a formar parte del ‘Banco de los Talentos’, el grupo parroquial que sirve a los pobres de la calle. Preparar bocadillos y encontrar a nuestros amigos se ha convertido en una alegría. Lo más hermoso es hablar con ellos, escuchar sus historias, dedicarles tiempo. Veo en sus ojos la alegría, porque sienten que son amados. Muchas veces me agradecen porque les damos esperanza de cambiar y mejorar sus vidas. Cada viernes esperan nuestra llegada, conocemos sus nombres y hemos creado amistades sinceras”, contó conmovida.
Otros voluntarios y jóvenes hablaron de las actividades de la Escuela de Italiano para los muchos migrantes que llenan las calles adyacentes a la obra —una escuela que luego, también los acompaña en mil otros servicios, burocráticos, de asistencia humana…—; o del centro de escucha psicológica que tanto bien hace a quienes, afectados por mil razones, logran encontrar un oasis urbano para resolver pequeños problemas cotidianos, así como para establecer sólidos recorridos terapéuticos, acompañados por psicólogos voluntarios de la Universidad Pontificia Salesiana (UPS).
Entre todos, destacó el testimonio de Davide, uno de los beneficiarios de la acción salesiana llevada adelante en el Sagrado Corazón. “Después de una vida llena de errores que cometí, llegué a Roma sintiéndome acabado, abandonado incluso por Dios. Estaba solo, dormía en la calle, pero sentía que quería otra vida. Así comencé a conocerlos a ellos, a los jóvenes que cada viernes me llevaban comida, que me escuchaban, lograron hacerme abrir y me comprendieron. Y ahora, gracias al camino que me ayudaron a recorrer, después de casi dos años, he redescubierto mi dignidad”.
El testimonio de Davide, acogido por todos los jóvenes presentes con un largo aplauso final, fue sin duda para muchos chicos uno de los tantos momentos que no olvidarán de este Jubileo.