P. Carlos Paniagua, SDB. QDDG Coincidí con Paniagua en el Instituto Don Rúa, en San Salvador, él cursando el tercer año de filosofía y yo el primero. Posiblemente él no estaba hecho para los estudios especulativos. Por eso, más tarde, sus superiores lo invitaron a dejar el camino del sacerdocio para seguir como salesiano laico.

Pero sí tenía extraordinarias habilidades prácticas. Un ejemplo: si a un compañero se le estropeaba el reloj, se lo confiaba a Paniagua para que lo arreglara. Y él sobre su escritorio, en lugar de abrir libros de filosofía, abría el reloj, lo descomponía en sus piezas, lo recomponía, le sobraban varias piezas, y se lo devolvía a su dueño funcionando perfectamente. Así decía la fama.

Tener que dejar el camino del sacerdocio le dolió mucho, pero no lo desanimó; siguió por varios años como hermano laico, porque amaba a Don Bosco y a nuestra Congregación.

Lo volví a encontrar cuando yo era estudiante de teología. Para las vacaciones, los superiores me mandaron al viejo "Instituto San Miguel" de Tegucigalpa. Así fue por dos años. Allí estaba el hermano Paniagua, totalmente entregado a sus chicos de sexto grado. También en su tarea de maestro mostró sus habilidades prácticas. Había inventado un tablero eléctrico con el que controlaba las presencias, preguntaba la lección y enseñaba geografía.

Así pasó muchos años. Pero su antigua vocación sacerdotal no se le había olvidado. Y llegó la oportunidad. Años más tarde, el Teologado Salesiano de Guatemala determinó impartir cursos de teología en los meses de vacación para religiosas y laicos. El hermano Paniagua aprovechó la oportunidad para cursar esos estudios durante varias "vacaciones". A nadie había dicho cuál era su intención última. Pero cuando concluyó y promovió todos los cursos, dijo contento: "¿Y ahora qué me falta para que me den la ordenación sacerdotal?" Y se la dieron. Nunca había olvidado su antiguo anhelo de cuando, jovencito, había entrado al Aspirantado: ¡ser sacerdote! Y así pasó largos años celebrando, predicando y confesando.

El padre Carlos Paniagua nació en San José, Costa Rica, el año 1928. Ingresó por primera vez a la casa salesiana de Cartago, Costa Rica, en 1938. Profesó como salesiano el año 1951. Fue ordenado sacerdote en 1980. Durante 42 años trabajó como docente y director de la sección de primaria del Instituto San Miguel, en Tegucigalpa, Honduras. Murió en la casa salesiana, Ciudadela Don Bosco, en Soyapango, El Salvador.

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