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Viviana, José Alejandro y Ana Lucía. Por cuestiones de la vida, hace poco me esguince el pie y eso ha servido para que mis hijos, una vez más, me den una enseñanza de amor.

Tener un yeso en cualquier extremidad es incómodo y se complica, cuando mis labores como madre no se pueden interrumpir. Pero aquí es donde José Alejandro y Ana Lucía se han robado el show, pues ellos han sido mi mano derecha, mi apoyo y mis facilitadores.

Al estar sola con ellos durante el día, José y Lucy no han hecho mas que ayudarme y consentirme en estos días, jamás pensé que sabrían tan bien como hacer los deberes de la casa, pero con cada día que pasa me doy cuenta que, mas que cualquier discurso que yo les pueda dar, el ejemplo que viven de sus padres cada día es lo que al final termina por regir su vida.

“Mama ya saqué la ropa de la lavadora” me dijo José, “mama ya llevé los platos al lavaplatos” dijo lucy “mami quieres agua”, “mamita tienes frio, ¿te cobijo?” “Lucy no hagas ruido que mamá necesita descansar”, “mamá vamos a doblar la ropa”, “mami quieres comer”, “¿te sobo el pie?”, estas frases solo son una muestra de toda la ayuda y atenciones que recibí de ellos.

Siento que Dios es perfecto y que hasta de estas inconvenientes situaciones, puedo ver el lado maravilloso de mi vida como madre, nunca me había sentido tan querida y protegida por mis hijos.

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